Actualmente la competencia entre empresas ha sido objeto de regulación por parte de determinados colectivos comerciales. Y es que, en el mundo de la empresa, la competencia desleal es un problema que afecta en diversa medida a miles de particulares y compañías cada año. En este artículo te explicamos qué se considera competencia desleal y como se combate legalmente en la actualidad.

Competencia desleal ¿qué es?

Entendemos como competencia desleal todas aquellas prácticas que se encuadran fuera de los parámetros legales establecidos por la Ley de Competencia Desleal o que se escapan de la ética, siempre en términos comerciales. Dicho de otra forma, se consideran actos de competencia desleal aquellas malas prácticas en las que se afecta de forma negativa en la decisión del consumidor.

De tal forma, tanto empresas como consumidores están protegidos por un código legal que rige todas aquellas prácticas comerciales ilícitas. Normalmente suele asociarse este término con la libre competencia, aunque poco tiene que ver, ya que es una práctica legal en la que se promueve que, en un mercado, los competidores lleven a cabo determinadas estrategias a fin de promover sus productos de forma concurrencial. Es decir, sin mermar nunca la competitividad de la sociedad demandante. En caso contrario, sí que podría considerarse competencia desleal.

¿Qué prácticas se consideran competencia desleal?

Existen diversos comportamientos comerciales que se escapan de la legalidad, y a veces los tenemos más cerca de lo que pensamos. Algunos de los casos que nos resultarán más familiares son:

Engaños al consumidor

Estas son las más cercanas que tenemos como consumidores. Muchas veces las marcas obvian, ocultan o maquillan determinados aspectos de los productos y servicios que comercializan. Es aquí cuando se aprovechan de la desinformación y la confusión del cliente para añadir gastos adicionales, cláusulas de permanencia y demás estrategias comerciales.

Estas prácticas las encontramos en determinados productos y servicios al ir acompañados de cláusulas que vulneran nuestros derechos como consumidores. A veces se ve afectada nuestra capacidad de decisión, por ejemplo, al querer devolver un producto o cancelar un servicio contratado en las 2 primeras semanas. A veces incluso se aplican gastos extra al precio que estábamos dispuestos a pagar, y que no se explicaron de una forma clara en el momento de compra.

Agresividad entre marcas

Aunque no afecte directamente al cliente particular, esta mala práctica tiene un efecto muy negativo en empresas de un mismo sector. Llevar a cabo una estrategia comercial agresiva puede considerarse un delito, ya que pueden llegar a vulnerarse los intereses de otras marcas.

El problema en este tipo de delitos no es que se hable de otras marcas, o se comparen unas con otras, sino el tono y el mensaje con el que lo hacen. En estos casos de admite hablar de la competencia siempre que el mensaje contenga información verídica, exacta y pertinente. Existen campañas publicitarias que podríamos considerar agresivas pero que estarían amparadas por el marco legal. Un ejemplo famoso es el de Coca Cola y Pepsi, que guardan una rivalidad centenaria en el mercado de refrescos. Han sido múltiples los encontronazos de estos dos gigantes, refiriéndose directa y deliberadamente a su competidora. En algunas ocasiones se han limitado a resaltar las cualidades propias y argumentando por qué es mejor que la otra. Otras veces han cruzado la delgada línea que separa la legalidad de la ilegalidad.

Falsificación y copia de productos de la competencia

Este es otro de los delitos de este tipo que conocemos. Las marcas luchan constantemente contra el mercado de productos falsificados. Depende de cada sector, pero la piratería y copia de productos cuesta cada año a las marcas más de 60.000 millones de euros, solo en la Unión Europea. En España son cerca de 6.700 millones los que dejan de ganar las marcas a causa de esta práctica ilegal.

Dentro de la legalidad, las marcas pueden copiar los productos de la competencia, siempre y cuando respetando unos parámetros y una propiedad intelectual. Al fin y al cabo, marcas que operan en un mismo sector pueden tener productos similares que pueden llegar a ser, incluso, de difícil identificar y distinguir entre ellos. En este sentido, la Ley de la Competencia Desleal, indica que “la imitación de prestaciones e iniciativas empresariales o profesionales ajenas es libre, salvo que estén amparadas por un derecho de exclusiva reconocido por la ley o se encuadren en un contexto en el que se consideren prácticas desleales”.

Otras malas prácticas

También existen otros comportamientos que se consideran delitos de competencia desleal como utilizar una estrategia de precios que sean inferiores al coste de producción o de adquisición, trato discriminatorio con determinados segmentos de consumidores o la violación de los secretos profesionales.

¿A qué efectos legales se expone quien comete competencia desleal?

Los efectos legales de este tipo de delitos, vienen recogidos en dependerán de cada caso en cuestión, como así lo establece la Ley de Competencia Desleal. En el ámbito de derecho mercantil, este tipo de delitos prescriben pasado un año desde que la parte afectada es consciente del delito y tres años tras la finalización de la conducta. Cuando un particular o marca se siente víctima de este tipo de delitos tiene derecho a llevar a cabo diversas acciones en cuanto a:

  • Declaración de que una actividad es desleal con el consumidor.
  • Cesación de la práctica en cuestión.
  • Remoción y anulación todos los efectos de esta práctica.
  • Rectificación y resarcimiento de daños, en la que se rectifica la información y se compensa por los perjuicios ocasionados.
  • Enriquecimiento injusto, con los que una marca recuperará el dinero generado por la vulneración de derechos de exclusiva.

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